JAMES BOND: OPERACIÓN RIESGO.
Las
novelas de Ian Fleming acerca de James Bond, el agente del MI6 británico, no
solo fueron llevadas al cine, sino que también tuvieron su adaptación a los
comics.
Ha
habido ediciones inglesas, de USA, suecas, alemanas, chilenas, e incluso tiras
de prensa, manga y algunas ediciones paródicas. Entre 1968 y 1970, la editorial
chilena Zigzag, publicó por convenio con Albon Internacional Inc. y Glidrose
Publications Inc. (Londres), un total de 59 comics adaptados de las novelas y
películas o totalmente originales. El guión y adaptación estaba a cargo de
German Gabler A., y el arte por Hernán Jijón. En las contraportadas y portada
interior de los comics, había una sección dedicada a detallar el tipo de armas
y vehículos que usaba un agente secreto. En este caso, “Operación Riesgo” está
basado en el relato corto “Risico”.
Un
taxi se detuvo al pie de una casa en Tánger (Marruecos), de donde se bajó un
hombre que ingresó a la propiedad. Luego de recibir unos documentos, asesinó a
quien se los entregó, salió y partió en el taxi que lo esperaba.
Poco
después, en un lugar desolado, el taxista frenaba y usaba un arma con
silenciador para acabar con el asesino y quitarle los documentos que había
retirado en Tánger, dejando luego que el auto siga su marcha, hasta caer por un
barranco. El chofer cambió sus ropas y pidió aventón a una joven mujer que
pasaba con su auto por el lugar, explicando que había discutido con el taxista
por el costo de la carrera y este lo había dejado botado a medio camino. Ante
la pregunta de la mujer, el hombre procedió a identificarse: “Bond, James
Bond.”
Ya
en Londres, Bond recibió instrucciones de “M” de dirigirse a Roma para reunirse
con un agente de la CIA llamado Kristatos, quien fingía ser un contrabandista,
dado que había alarmantes informes acerca del incremento de cargamentos de
droga que salían de la Europa continental hacia el Reino Unido y que se
afirmaba era un intento de los enemigos de la nación, para socavar física y
moralmente a sus habitantes. Aunque era una misión nada habitual para 007, Bond
tendría que simular una transacción con Kristatos, para dar con los peces
gordos, para lo cual tenía un presupuesto de hasta 200.000 Libras en un caso
extremo.
Tras
coquetear con Moneypenny e ilusionarla afirmando que tras esta misión sería
solo para ella, Bond partió y una semana después, se hallaba en Roma, cenando
con Kristatos en un lujoso restaurante, donde planificaron un primer negocio
por 50.000 Libras o algo más, si fuese necesario. Kristatos se apartó por unos
minutos, quedando solo Bond, que disfrutaba de una copa de vino, sin notar que
era observado por una pareja que se hallaba en una mesa cercana.
El
hombre tenía información acerca de que Bond era un espía y decidió comprobarlo,
para lo que llamó al maître (metre o maestro de sala del lugar) y le dio
instrucciones al oído, disponiéndose de inmediato a cumplir con la orden del
“padrone” (el propietario del lugar). El maître entró a la oficina
administrativa del local, saliendo un momento después, pidiendo en voz alta se
disponga mesa para 4 y como faltaban sillas, sacaron una de la oficina y otra
se la pidieron a Bond de las que sobraban en su mesa. Sin embargo, al poco
rato, el maître aseguró que solo había pedido mesa para tres, así que le
devolvieron una silla a la mesa de Bond, aunque no la que habían retirado, sino
la que habían sacado de la oficina.
Cuando
Kristatos regresó, siguieron conversando sobre la transacción, acordando la
forma de pago y el agente de la CIA exigió que la cabeza de la organización
debía de ser destruida, contestando Bond que lo acabaría solo si fuese
necesario. Kristatos explicó que la red de comercio de drogas la llevaban a cabo
italianos que habían sido expulsados de USA y que operaban con Tánger, Beirut,
Macao y Estambul, contando en Milán con un laboratorio llamado Pharmacia
Colomba S.A., donde se realizaba el procesamiento y la droga era transportada
en la llanta de repuesto de vehículos que salían de dicha ciudad italiana hacia
Inglaterra. Kristatos dijo a Bond que el cabecilla era justamente el hombre que
estaba en la mesa más cercana, Enrico Colombo, quien estaba acompañado por Lisl
Baum, quien según el agente de la CIA era una acompañante de lujo.
En
ese momento, Colombo se levantó de su silla y se dirigió a la oficina, mientras
un mesero retiraba la silla que habían dejado en la mesa de Bond y la llevó
hasta donde estaba el “padrone”, quien levantó el asiento y sacó una grabadora,
la que activó para escuchar lo que Kristatos y el británico habían conversado.
Colombo regresó a su mesa y discutió con Lisl, que se levantó ofendida y
abandonó el lugar, mientras el “padrone” le decía que no volviera.
Bond
ya salía del lugar y se ofreció a llevarla, lo que ella aceptó. En el camino,
Bond la invitó a tomar un trago; pero, ella dijo que debía descansar, pues
debía partir a Venecia. Bond le dijo que él también iba a ir para allá y tras
presentarse como un escritor que preparaba un libro sobre el tráfico de drogas,
razón por la cual se había reunido con Kristatos, ella le dijo que sabía algo
del tema, acordando verse dos días después en los Bagni Alberoni de Venecia, a
eso de las tres de la tarde, indicándole Lisl, que buscara una sombrilla
amarilla en la playa.
Llegado
el día, Bond fue a la playa donde encontró a Lisl; pero, sintió que algo andaba
mal y vio a tres hombres que iban hacia él, por lo que empezó a correr hacia
una elevación cercana y empezó a trepar, siendo seguido por uno de los
extraños, mientras los otros dos tomaban un atajo, sin importarles el aviso de
“campo minado”; pero, uno de ellos pisó una mina, volando en pedazos y el otro
prefirió quedarse en el suelo, sin atreverse a mover un músculo.
Bond
alcanzó a ver más abajo a unos pescadores con arpón y creyó que eran gente del
lugar, por lo que creyó estar a salvo; sin embargo, resultó ser Enrico Colombo
con varios de sus hombres, por lo que el agente sacó su arma, aunque fue
advertido que los “pescadores” eran muy certeros con el arpón. Aún así, Bond
amenazó que Colombo sería el primero en caer antes que lo mataran; pero, un
golpe en la parte posterior de su cabeza, lo hizo perder el conocimiento.
Al
despertar, uno de los hombres de Colombo le dijo que el golpe en su cabeza no
era nada grave y que su jefe lo estaba esperando. A Bond le llamó la atención
el trato que le habían dado, como si no fuera un enemigo; y, de hecho, encontró
todas sus cosas sobre una mesa, con excepción de su arma. Cuando llegó a ver a
Colombo, este lo invitó a comer y a beber lo que quisiera y Bond le preguntó
porqué tanto lío si quería verlo, si la aceptación de Lisl a su invitación era
más que obvia. Colombo le preguntó entonces porqué había corrido y Bond
contestó que era porque la apariencia de los hombres no le había agradado;
pero, este le dijo que era difícil que se reunieran amistosamente, cuando el
británico pensaba matarlo y lo hizo escuchar la cinta, donde hablaba con
Kristatos de acabar con el cabecilla de la organización.
Bond
le preguntó por el resto de la cinta y Colombo admitió que en parte era verdad,
pues sí era un contrabandista, aunque no de drogas y le contó que el verdadero
capo era Kristatos, que era un doble agente y ocasionalmente delataba a alguien
para cubrirse. Colombo lo había averiguado en una ocasión en que uno de sus
barcos se enfrentó con una nave albanesa y capturaron a uno de los hombres al
que tras confesar, lo abandonaron en el campo minado. Desde entonces, Kristatos
estaba tras Colombo; pero, ahora había una oportunidad de atraparlo, en el peq ueño puerto pesquero de Santa María, al
llegar el alba. Colombo dijo que quería destruir a Kristatos y le preguntó a
Bond si estaba de acuerdo, contestando el agente británico que sí, luego de lo
cual recibió su arma de vuelta.
A
eso de las cinco de la mañana, el barco llegó al puerto pesquero y se avistó
una nave de similar tamaño, de la que se desembarcaba lo que parecían rollos de
papel de imprenta. La nave de Colombo se acercó y todos se lanzaron al
abordaje, incluido Bond, que debió enfrentarse a dos hombres armados y tras
vencerlos, notó que de uno de los rollos de papel perforado por las balas,
salía opio crudo. Luego, ingresó al galpón adonde estaban llevando los rollos;
pero, presintió algo y antes de avanzar más, salió y advirtió a Colombo que
pusiera hombres afuera y que nadie entrara, mientras él daba la vuelta por
fuera, hacia la parte posterior.
Al
llegar a la parte posterior, Bond vio a Kristatos que estaba a punto de
accionar un detonador y disparó; pero, falló y fue golpeado por la onda de la
explosión. Cuando 007 reaccionó, vio que Kristatos se alejaba en un auto,
apuntó y disparó, cayendo muerto el doble agente contra el volante de su auto,
que siguió su rumbo hasta caer por un barranco. Colombo se acercó a agradecerle
por haberles salvado la vida a sus hombres y a él, mientras estos hundían el
barco en el que había llegado la droga.
Luego,
Bond se tomó unos días de vacaciones en Venecia, donde recibió la visita de
Lisl, que llegaba para darle la información que le había ofrecido; pero, el
agente británico le dijo que había desistido del tema porque era muy riesgoso y
que ahora escribiría algo sobre el amor. Lisl le dijo que en eso, también
podría apoyar.
Esta
historia fue publicada en español en formato grapa en el # 1 de la colección de
James Bond de Editorial Zig Zag de Chile, el 4 de Noviembre de 1968. Imagen
cortesía de colección privada.
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