jueves, 19 de octubre de 2017

JAMES BOND: ORO MORTAL.


JAMES BOND: ORO MORTAL.

Las novelas de Ian Fleming acerca de James Bond, el agente del MI6 británico, no solo fueron llevadas al cine, sino que también tuvieron su adaptación a los comics.

Ha habido ediciones inglesas, de USA, suecas, alemanas, chilenas, e incluso tiras de prensa, manga y algunas ediciones paródicas. Entre 1968 y 1970, la editorial chilena Zigzag, publicó por convenio con Albon Internacional Inc. y Glidrose Publications Inc. (Londres), un total de 59 comics adaptados de las novelas y películas o totalmente originales. El guión y adaptación estaba a cargo de German Gabler A., y el arte por Hernán Jijón. En las contraportadas y portada interior de los comics, había una sección dedicada a detallar el tipo de armas y vehículos que usaba un agente secreto.

Oro mortal es la primera parte de “Casino Royale” de Ian Fleming.

Un camión llegó una noche a una bodega y de allí bajaron un par de hombres llevando un cargamento para el lugar, en el que se imprimía dinero falso. De debajo del camión salió un hombre vestido con el mismo overol de trabajo que los demás, que colocó una bomba y luego se alejó, antes que esta detonara y destruyera la instalación. El hombre se acercó a una cabina telefónica, se sacó el overol debajo del cual llevaba un esmoquin e hizo una llamada, para confirmar una reservación para dos en un lujoso restaurante. Su nombre era Bond… James Bond.

Poco después, “M” sorprendía a Bond mientras coqueteaba con Moneypenny, recomendándole que guardara sus energías para la misión que le iba a encomendar. Ya en el despacho de “M”, este le mostró la foto de un hombre llamado Le Chiffre, que representaba un riesgo para la seguridad mundial, pues era el hombre clave en la  organización de espionaje Smersh en Francia, además de ser un líder sindical de tal poder, que podía paralizar a una orden suya las industrias vitales de su país. Durante ya algún tiempo, las actividades de Le Chiffre venían siendo vigiladas; pero, no había nada en firme para atraparlo.

Pero ahora se sabía que Le Chiffre había perdido 50 millones de dólares de Smersh en actividades fallidas y debía reponerlos antes de 4 meses en que la organización haría un arqueo de cuentas y se dieran cuenta del faltante, pues de haberlo, lo sentenciarían a muerte. Bond debía viajar a París y hacer todo lo posible, para evitar que Le Chiffre recuperase el dinero.

Ya en París, Bond fue recibido por un hombre llamado Hogarth, que le informó que uno de los hombres de Le Chiffre había estado estudiando el movimiento del tren París – Lyon, que solía llevar remesas de oro, por lo cual se asumía que pretenderían asaltarlo, aunque no se sabía cómo ni cuando sería. Lo que se sabía era por un agente infiltrado en la organización de Le Chiffre, pues los agentes no podían contactar a la policía, dado que su presencia en Francia no era oficial.

Al día siguiente, Bond y Hogarth se aprestaron a seguir al agente de Le Chiffre que preparaba el asalto al tren y vieron como este salía acompañado por 3 hombres, abordando un camión, que tomó rumbo hacia las afueras de París, donde el vehículo se detuvo al borde de la carretera. Para despistar, Bond y Hogarth avanzaron unos metros más y se detuvieron a un costado, adentrándose luego entre los matorrales, hasta que avistaron a los hombres de Le Chiffre parados junto a la vía de ferrocarril que pasaba por el lugar; pero, una mala pisada de Hogarth hizo que fueran descubiertos y se inició un tiroteo.

En la huida, Bond disparó a los neumáticos del camión de los hombres de Le Chiffre para evitar que los sigan y los agentes británicos salieron a toda carrera en su vehículo. Al rato, sin embargo, un silbido alertó al 007 que los maleantes los seguían usando mochilas – cohete e iban armados con ametralladoras. Bond hacía lo que podía para disparar desde el vehículo; pero, no conseguía atinarles por las maniobras evasivas de Hogarth, quien finalmente fue impactado por los disparos de los hombres de Le Chiffre, lo que hizo que perdiera el control del vehículo, que se estrelló contra las barandas de la carretera y cayó a un precipicio.

Los hombres de Le Chiffre se fueron, sin notar que Bond había alcanzado a saltar a tiempo del auto y se había ocultado, aunque Hogarth no corrió con la misma suerte. Cuando Bond se acercó y lo sacó del carro, Hogarth agonizaba y alcanzó a decirle al 007 que su contacto infiltrado en la organización de Le Chiffre, se llamaba Margie y trabajaba en el Lido. Rato después, cuando Bond llegó al hotel, todos se sorprendieron al verlo todo magullado, con sus ropas hechas jirones y sangrando, aunque nadie dijo nada. Bond descansó y en la noche se dirigió al Lido.

Ya en el lugar, sobornó a uno de los camareros para que le permitiera ir hasta el camerino de Margie, a la que contó lo que había pasado. La también agente, le dijo que sabía que 4 hombres usando mochilas – cohete, asaltarían después de 3 días, el tren con un cargamento de oro valorado en USD 50 millones (que era justo lo que Le Chiffre necesitaba). Bond le pidió el contacto con la llamada “Estación F” (agentes británicos apostados en Francia), para preparar lo que necesitaba. Margie le dijo que ella lo apoyaría en la misión, pues tenía experiencia y se despidieron luego que ella le pidió, coquetamente, que la ayudara con el cierre de su vestido.

Luego de que Bond se reuniera con los de la Estación F, volvió a verse con Margie y puso el letrero de “No molestar”, para que no los interrumpieran. La mañana en la que estaba programado el asalto, Margie y Bond abordaron el tren con los demás pasajeros. Minutos después de que el tren partiera, 007 vio por la ventanilla el camión de la gente de Le Chiffre y alertó a Margie para estar listos, por lo que ambos salieron con sus equipajes hasta el andén exterior del vagón y sacaron mochilas – cohete, con las que esperaban dar una sorpresa a los malhechores.

Bond se estaba colocando su mochila, cuando sintió que le apuntaban. Margie trabajaba para Le Chiffre y había conseguido engañar a Hogarth y a Bond con su coquetería; pero ahora, debía acabar con el 007. No lo había hecho antes, para no alertar a los agentes de la Estación F. Justo en ese momento, un pasajero abrió la puerta y al ver a la mujer armada se asustó. Margie se distrajo y Bond aprovechó para golpearla con la mochila y la mujer cayó bajo el tren, muriendo aplastada por el vehículo. Bond se puso la mochila y esperó paciente a los malhechores.

Cuando estos aparecieron, Bond los tomó por sorpresa y pudo derribar a los dos primeros. Luego, salió volando y activó un dispositivo de la mochila – cohete para generar una cortina de humo, que le permitió acabar con el tercero, mientras que el cuarto hombre se terminó estrellando al intentar huir.

Horas más tarde, Le Chiffre recibía furioso y preocupado a la vez, la noticia del fracaso de su plan. Ahora, intentaría una medida desesperada en Alemania, para lo cual reservó un pasaje para ir al Berlín Occidental. Poco después, Le Chiffre viajaba, sin notar que unos asientos atrás, otro pasajero lo observaba con una sonrisa en su rostro, pues había estropeado sus planes. Era Bond… James Bond.

Esta historia fue publicada en español en formato grapa en el # 4 de la colección de James Bond de Editorial Zig Zag de Chile, el 20 de Diciembre de 1968. Imagen cortesía de colección privada.

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