BATMAN: CABALLERO OSCURO, CIUDAD OSCURA.
Esta
historia fue publicada originalmente en Batman # 452 a 454 USA (Agosto a
Octubre de 1990), siendo desarrollada por Peter Milligan (guión), Kieron Dwyer
(arte), Dennis Janke (tintas) y Adrienne Roy (color).
Cuando
Jacob Stockman escribió sus memorias en 1793, aún tenía frescos en su mente los
recuerdos de lo acontecido aquella noche de 1764, cuando junto a otros cinco
hombres, realizó un ritual prohibido una noche tormentosa en un sótano en su
granja en las afueras de Gotham, por el
cual bien podrían haber pagado con sus almas: el ritual del demonio murciélago
Barbathos (1).
En
el grupo estaba Thomas Jefferson, quien años después se dedicaría a la
política. Luego de seguir los pasos rituales indicados, faltaba tan solo el
sacrificio humano, que les permitiría controlar a Barbathos. Cuando la joven
destinada al sacrificio llegó, Jefferson se sorprendió, pues creía que iba a
ser algo simbólico; pero, el ritual no podía detenerse, porque de lo contrario,
el demonio murciélago quedaría fuera de control.
De
pronto, escucharon un sonido que no parecía ser de este mundo y el pánico
cundió en el lugar. Jefferson quiso escapar del sótano y cuando abrió la
portezuela, una enorme sombra se proyectó hacia ellos.
Asustado,
Jefferson cayó sobre los demás, mientras la inmensa sombra oscura entraba al
lugar y los rodeaba. Ya no había forma de controlarlo, pues no se había
sacrificado al “murciélago humano” (la chica), quien al despertar del sopor por
las drogas que le habían dado, gritó de terror. Los 6 hombres salieron del
sótano como pudieron y sellaron la puerta, dejando a la desdichada joven con el
demonio murciélago y huyeron del lugar.
Stockman
vendió su propiedad y se fue de Gotham. Uno de los participantes en el ritual
se suicidó; otro, murió en la batalla de Saratoga; Jefferson se dedicó a la
politica; y, de los otros dos, no se supo más. Hasta muy anciano, Stockman no
pudo dejar de pensar en aquella joven mujer, que fue abandonada a su suerte en
el lugar, que debe haberse desesperado por tratar de salir sin conseguirlo,
hasta que murió cuando sus fuerzas le fallaron por falta de agua y comida.
Varios
siglos después, Batman acudía al llamado del Comisionado Gordon. Al paso del
Hombre Murciélago, Gotham parecía murmurar. Se había recibido una llamada del
Acertijo y los había citado a ambos en la terraza del GCPD. Para comprobar que
la llamada no era falsa, el amo de los enigmas había usado su nombre clave
“Edipo” y el de Batman, “Hanging Man”.
El
Hombre Murciélago sentía una presencia y entonces, al borde del edificio,
apareció una joven mujer vestida como la esfinge, aparentemente drogada,
repitiendo un enigma: “Generalmente por la noche mis hojas no giran… Usualmente
durante el día estoy llena de gusanos… Muchas palabras pero silencio mortal.”
Tras pronunciar el acertijo y a pesar del intento de Batman por evitarlo, la
mujer se lanzó al vacío. El encapotado lanzó su baticuerda y alcanzó a agarrar
a la mujer por uno de sus tobillos, aunque el impulso la hizo estrellarse
contra los ventanales de un restaurante. La mujer no sobrevivió.
Gordon
interpretó el acertijo y asumió que el lugar al que se refería era a un
cementerio. Batman no, pues para él, era claro que hacía referencia a la
biblioteca de la Universidad de Gotham y se dirigió hacia allá. Al llegar,
encontró al Acertijo en la sala de lectura, quien acababa de matar a tiros a
uno de los guardias y tenía al otro colgando de una soga y con sus pies
apoyados en una endeble pila de libros (2).
Cuando
vio a Batman, el Acertijo lo retó a salvar al guardia, dejando caer en ese
momento el libro que tenía en sus manos contra la pila de libros, que cayó y el
guardia ya no tuvo como sostenerse. Habría muerto si Batman no lanzaba su
batarang, que cortó la soga, aunque no pudo evitar un daño severo, pues si bien
lo revivió dándole respiración artificial, cuando lo llevó al hospital, le
dijeron que el guardia había sufrido una seria lesión en su columna, por lo
cuál, quedaría inválido por el resto de su vida.
A
Batman le llamó la atención que el Acertijo no intentara atacarlo mientras
salvaba la vida del guardia y más bien le permitiera hacerlo. En eso, unos policías
que se hallaban en el hospital, informaron al Hombre Murciélago que unos
pistoleros habían raptado a 4 bebés recién nacidos y uno de ellos había dejado
caer una cinta cassette que decía “Hanging Man”. “Soy un banco sin dinero. Pero
tengo de todos los tipos…”, decía la cinta. Batman se dirigió de inmediato al
mayor banco de sangre de Gotham.
Ya
en el lugar y luego de anular a dos de los compinches del Acertijo que hacían
guardia en el exterior, entró al banco de sangre, sintiendo como si alguien lo
observara y vio al villano sentado en la parte superior de uno de los gabinetes
que guardaban las muestras, con lo que parecía ser un bebé en sus brazos. Al
ver a Batman, el Acertijo soltó a la criatura y el Hombre Murciélago saltó para
aparar al bebé, que resultó ser un muñeco lleno de sangre, que explotó mientras
el villano huía. Batman intentó seguirlo; pero, todas las vitrinas empezaron a
explotar, bañando en sangre al héroe, que apenas podía ver por todo el líquido
que lo cubría, llamando entonces al batimóvil por control remoto. El vehículo
irrumpió en el lugar y eso le permitió al héroe salir y darle una sorpresa al
Acertijo, que no comprendía cómo su enemigo había salido tan rápido.
Empezó
entonces una persecución por las calles de Gotham, que terminó abruptamente,
cuando Batman alcanzó a ver a uno de los bebés en media calle y frenó a raya
con tal suerte, que las ruedas quedaron a escasos centímetros de la criatura,
que tenía la carta del hombre colgado del tarot, con un mensaje para él.
Más
tarde, ya en Wayne Manor, Bruce comentaba con Alfred lo sucedido y expresaba su
extrañeza por la actitud del Acertijo, que primero casi ahorcó a un hombre y le
permitió salvarlo; luego, raptó a los bebés y lo bañó en sangre, para luego
permitirle recuperar a uno de los pequeñines, con el que dejó un nuevo mensaje.
Alfred leyó el mensaje que decía “Aún tengo tres críos, bien rollizos. RIP,
Bats, como en la Parisina de Byron. Persigue… menos buscada que encontrada”; y,
eso le hizo recordar la obra de Lord Byron “Tumba de soldado”, con lo cual
ambos dedujeron que la pista conducía al cementerio militar de Gotham.
Esa
noche, Batman fue al cementerio militar y mientras buscaba, sintió un ruido y
al voltearse, vio cómo los muertos se levantaban de sus tumbas y empezaban a
rodearlo y atacarlo. Batman consiguió golpear a uno y al oir su quejido,
comprobó que no eran realmente muertos vivientes, siguió luchando contra ellos,
hasta que le torció el brazo a uno y este se desprendió, dándose cuenta
entonces que se trataba de animatronics, que se desactivaron cuando inhabilitó
al primero. Entonces, siguió al que se había quejado al golpearlo, aunque
cuando lo alcanzó, la cabeza de este estalló, pues el Acertijo le había puesto
un dispositivo bomba en su traje.
El
Acertijo era testigo de todo lo que pasaba, desde una furgoneta apostada en las
afueras del cementerio y unas cámaras que había ubicado estratégicamente en el
lugar. Sus secuaces no entendían el cambio tan drástico que su jefe había
tenido desde que encontró un misterioso libro y el porqué había matado a uno de
los suyos (3). Al villano no le agradó ser cuestionado y amenazó a los suyos
con su arma, luego de lo cual, dispuso retirarse del lugar. Cuando Batman
escuchó el motor del vehículo, salió corriendo y saltó sobre el parabrisas del
mismo. El chofer frenó a raya y Batman cayó al piso y hubiera sido atropellado,
de no ser porque el propio Acertijo lo impidió. Batman habría de morir, pero no
en ese momento, alegó.
El
Hombre Murciélago estaba más confundido que nunca por la actuación del
Acertijo, pues pudo haberlo matado; pero, le interesaba mantenerlo vivo, como
jugando con él. Batman regresó al cementerio a buscar algún rastro que le
sirviera y entonces, escuchó un leve ruido y junto a una lápida, encontró a uno
de los bebés. Luego, notó el mensaje grabado en la lápida: “Encontrarás otro en
el 25, a quien se disparó…”
Tras
entregar el bebé a las autoridades y camino de regreso a Wayne Manor, pasó sin
saberlo, por el lugar donde había estado la propiedad de Stockman y sintió
escalofríos, al tiempo que sentía como si alguien lo estuviera observando. Ya
en Wayne Manor, se sentó para meditar en lo que había pasado y tratando de
deducir el nuevo enigma, se quedó dormido y empezó a soñar, sueño que se
convirtió en pesadilla, pues nuevamente vio morir a sus padres. “La ciudad me
hizo”, fue lo último que soñó, antes que la pesadilla terminara abruptamente,
dándose cuenta que en ese mismo sueño, estaba la clave para el enigma del
Acertijo, pues tras salir del cine con
sus padres, habían pasado por un
local que tenía el letrero “McKinley Street”. McKinley fue el vigésimo
quinto Presidente de USA y fue asesinado a tiros. El punto entonces era si
acaso el Acertijo conocía su identidad secreta, ¿o era solo una coincidencia?
La
calle McKinley ya no era la misma que fue antes del asesinato de los Wayne,
pues ahora era un lugar de mala muerte. Batman entró a un bar y al rato, una
furgoneta atravesó la ventana del local, sus puertas se abrieron y salieron dos
pitbull furiosos, que atacaron a los clientes. Batman consiguió derribar a uno
con su batarang y otro fue abatido por un policía que estaba en sus horas
libres. En eso, el barman gritó y un tercer perro se lanzó sobre el Hombre
Murciélago y mientras forcejeaba para que el animal no lo mordiera en el
cuello, alguien le pasó un cuchillo de plata, que Batman clavó en el corazón
del can y vio como su sangre lo bañaba.
Al
levantarse, Batman vio que el barman se iba. Él había sido quien le había
entregado el cuchillo. Entonces, Batman salió tras la furgoneta, que justo
había arrancado y se alejaba del lugar, la alcanzó y encontró que estaba siendo
conducida por control remoto y había un mensaje grabado del Acertijo. Batman
tomó el volante y condujo hacia el lugar que la pista indicaba, “justo debajo
de Hamilton Este y Wright”, donde lo esperaba con otro de los bebés. El héroe
aceleró, al escuchar que la criatura se habría tragado una pelota de ping-pong
y no respiraba bien.
Cuando
Batman llegó al lugar, se desesperó, pues no vio nada, hasta que se dio cuenta
de una tapa de alcantarilla que estaba a sus pies. “Justo debajo de”, esa era
la clave, así que bajó a la alcantarilla y fue sorprendido por una luz
cegadora, lo que fue aprovechado por los secuaces del Acertijo para golpearlo.
Al liberarse, avanzó hasta donde estaba el Acertijo con el bebé; pero, como el
pequeño ya no respiraba, no pudo seguir al villano, pues la prioriadd era
salvar la vida de la criatura, a la que tuvo que hacerle una traqueotomía, para
que pudiese respirar y lo llevó al hospital. Junto al bebé, encontró un nuevo
mensaje: “Solo queda uno, un chico que gatea… encontrarás toda la serie, pero
más altos y bajos…”
Batman
ubicó en el mapa de Gotham los lugares adonde lo llevaron las pistas del
Acertijo, encontrando entonces que parecían formar un signo de interrogación,
al que le faltaba aún la parte superior. Simuló entonces cómo quedaría al
final, para lo que usó dos puntos más, uno de los cuáles cayó en el Parque de
Atracciones Cooney, por lo que asumió que probablemente, el Salón de los
Espejos se asimilaba a “toda la serie, más altos y bajos…” El punto final
correspondía a la Plaza Stockman (4), en la parte más antigua de la ciudad.
Cuando
llegó al Parque de Atracciones (5), Batman ingresó al Salón de los Espejos,
donde se encontró de frente con una cabra y uno de los bebés. En eso, apareció
uno de los secuaces del Acertijo, atacándolo con un lanzallamas, lo que obligó
a que el Hombre Murciélago hiciera saltos, casi una coreografía, para evitar
las llamas. El secuaz del Acertijo se fue de improviso y Batman se llevó al
bebé, para entregarlo a las autoridades.
Batman
se dirigió a la Plaza Stockman, llegando a un edificio abandonado, donde los
hombres del Acertijo lo esperaban y cuando se abrió la puerta, estos se
lanzaron al ataque, sorprendiéndose al ver que era la cabra, mientras el Hombre
Muricélago los atacaba desde arriba, pues había entrado por una ventana. En
eso, la viga que sostenía la baticuerda cedió por lo vieja y Batman cayó
pesadamente al suelo, quedando inconsciente. El hombre del lanzallamas quiso
aprovechar para acabar con Batman; pero, el Acertijo lo impidió, disparándole a
su secuaz, pues aún no era la hora para el encapotado.
Cuando
Batman despertó, vio al Acertijo vestido con una toga para el ritual y este le
explicó el ritual que Stockman y sus compañeros habían hecho en el mismo sótano
en que se hallaban, para invocar a Barbathos; pero, que el pánico había
impedido que se hiciera el sacrificio humano, ante lo cual mostró el esqueleto
de la joven que estaba en un rincón. Las memorias de Stockman habían llegado a
sus manos y desde entonces, se había sentido impelido a repetir y completar el
ritual, para lo cual, la víctima a sacrificar, sería Batman.
Para
ello, había tenido que “preparar” a Batman para el ritual: besando a un
ahorcado (respiración de boca a boca al guardia), bañarse en sangre humana (en
este caso la del banco de sangre), realizar la danza macabra con los muertos
(el forcejeo con los robots zombies en el cementerio), matar a un perro salvaje
con una daga de plata (en este caso, un pitbull, por ser una raza de perros
bravos), cortar el cuello de un bebé sin bautizar (en este caso, por la
traqueotomía) y la danza negra del sabbath ante una cabra representando al
diablo (en este caso, los saltos para evitar el lanzallamas). Batman ya estaba
listo.
El
Hombre Murciélago le preguntó al Acertijo qué le había pasado, pues no solo sus
actos, sino que hasta su voz se sentían distintos. El Acertijo se burló y alzó
el cuchillo para el sacrificio; pero, en ese momento, se escuchó una voz que lo
paralizó y lo hizo soltar el arma blanca. La voz dijo que había sido tan fácil
manipularlo para que hiciera lo que se necesitaba y que Batman, en cambio,
había intuido lo que pasaba, pues él era el señor de la noche, y él, Barbathos,
era Gotham, la ciudad de la noche.
El
Acertijo entró en pánico, salió del sótano y cerró la portezuela, usando el
lanzallamas para prender fuego al lugar y así asegurarse de sepultarlos.
Barbathos habló entonces a Batman y le contó lo que había ocurrido siglos atrás
y cómo no solo que la joven mujer había sido abandonada a una muerte segura, al
igual que un enorme murciélago, cuyos restos le hizo ver al héroe. Al no
haberse completado el ritual, Barbathos se había visto atrapado en ese mismo
sótano y la ciudad creció alrededor de él, por lo que cada espacio de Gotham
tenía algo suyo, su espíritu estaba en cada ladrillo, en cada calle. Él era la
ciudad.
Barbathos
le dijo a Batman que había esperado mucho tiempo a que llegara un murciélago
que los liberara y que la joven, llamada Dominique, era como su hermana y que
ahora, debía liberarla, pues al hacerlo, también le daría la libertad a él.
Batman vio ante sí a la joven como si estuviese viva; pero, era imposible
salir, más aún que el Acertijo le había quitado su cinturón utilitario y como
el incendio se propagaba, podría ser su fin. Por suerte, llegó Alfred, que
había seguido las instrucciones de Bruce y abrió la portezuela, lo que les
permitió salir.
Luego,
Batman enterró a Dominique en una tumba junto a las de sus padres, al
considerarla como alguien de la familia. Al salir de la cripta, Batman vio un
murciélago que se alejaba siguiendo su instinto y se adentraba en la noche.
Batman optó por seguirlo.
Notas:
(1)
Años después de este arco argumental, el demonio murciélago Barbathos tendría
vital importancia en la historia de
Batman RIP y de El regreso de Bruce Wayne.
(2)
Uno de los libros en la endeble pila, era nada menos que “La seducción del
inocente”, la obra de Frederic Wertham que llevó a la creación del Comics Code
Authority y a la consiguiente censura en el contenido de estas publicaciones.
(3)
Aparte de esta historia, hubo varias a inicios de los 90 y más aún desde Muerte
en la familia, que marcaron un cambio drástico en el comportamiento de villanos
como el Joker en ese caso, el Pingüino (con una historia que evocaba a “Los
pájaros” de Hitchcock) y al Espantapájaros.
(4)
En el mapa de la Plaza Stockman, se ven los nombres de las calles Raspler (por
Dan Raspler, editor y guionista de comics), O’Neil (por Denny O’Neil), Helfer
(por Andrew Helfer, editor de comics) y Peterson (por Scott Peterson, editor de
comics).
(5)
En Batman # 454 USA, cuando el héroe llega al Parque de Atracciones Cooney,
vemos en la viñeta, los nombres de algunos de los editores y artistas de DC de
la época, como si fueran parte del espectáculo: Mike Carlin, como The Amazing
Carlini o Jerry Ordway como The Ordster.
Esta
historia fue publicada en español en formato grapa, en Batman # 50 a 52 de
Editora Zinco; Batman # 138 a 140 de Editorial Vid (formato pequeño); y, en
formato tomo Grandes autores de Batman: Caballero Oscuro – Ciudad Oscura, por
ECC. Imagen cortesía de colección privada.
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