FANTOMAS Y LA MÁQUINA
DEL TIEMPO.
El
personaje Fantomas es una mente criminal que fue protagonista de una serie de
novelas policiacas francesas, creado en 1911 por Marcel Allain y Pierre
Souvestre. El personaje apareció en 32 novelas escritas por ambos autores y en
11 más creadas por Allain tras la muerte de Souvestre. En años posteriores, fue
adaptado al cine, televisión e historieta.
Las
primeras cinco películas sobre el personaje se desarrollaron entre 1913 y 1914,
en plena época del cine mudo. Posteriormente, hubo otras en 1932, 1946, 1948,
1964, 1965 y 1966. También hubo una serie de TV de 4 capítulos de 90 minutos
cada uno, producida en 1980.
En
cuanto a los comics, la primera adaptación fue escrita en Francia por el propio
Marcel Allain en 1941, aunque no terminó de publicarse por causas de la
censura. Posteriormente, hubo una tira diaria entre 1957 y 1958 y otras
colecciones de comics en 1962 – 1963 y 1969 y varias novelas gráficas entre
1990 y 1995.
A
partir de 1966, Editorial Novaro de México empezó a publicar el comic “Fantomas
la amenaza elegante” hasta 1985 y posteriormente, Vid retomó su publicación, lo
que hizo hasta 1996.
En
el título de Novaro destacaron artistas y autores como Rubén Lara, su primer
dibujante, Mendizábal, Sotero Garcíarreyes y Víctor Cruz. En el 2011, se
publicó una historia corta de 4 páginas por Gonzalo Martré y Jorge Aviña. En el
2013, Vid lanzó de nuevo el comic de Fantomas, aunque con historias de años
atrás y solo duró 7 números. En ese mismo año, Martré presentó la novela “El
regreso de Fantomas”.
“Fantomas
y la máquina del tiempo” fue dibujada por Rubén Lara, su artista clásico.
Tiempo
atrás, en su identidad falsa como Roberto Goni, Fantomas había conocido al
Profesor Edwards en una recepción en casa del adinerado Sr. Schwartz y se
habían hecho buenos amigos. Edwards había perdido su trabajo por su obsesión en
investigar las teorías del tiempo y del espacio y Schwartz se había convertido
en su benefactor, con lo que podía vivir moderadamente y seguir con sus
investigaciones.
Como
seguían viéndose relativamente seguido, Edwards le contó un día que Schwartz
había fallecido en un accidente de tránsito y que con ello, había perdido a su
benefactor, pues la viuda se negaba a seguir ayudándolo. Goni le dijo entonces
que ahora él sería su nuevo mecenas.
Goni
cumplió su promesa, aunque dejó ver al Profesor durante un buen tiempo, hasta
que Fantomas se sorprendió al recibir el aviso de uno de sus asistentes, sobre
una nota que había llegado a la dirección de Goni y que esta provenía de
Edwards, por lo que de inmediato se disfrazó y salió a encontrarse con su anciano
amigo, pues en la nota, advertía que estaba seguro de que moriría pronto y
deseaba mostrarle algo, antes de dejárselo como legado.
Cuando
Fantomas llegó disfrazado como Goni a la casa de Edwars, este le contó que el
dinero que le daba lo había usado para continuar con sus investigaciones y
ahora lo invitaba a ir al último piso de la edificación para mostrarle lo que
había conseguido. Al subir, le comentó que su corazón estaba ya muy débil y que
por eso, debía enseñarle su invento a alguien que lo había ayudado tanto y que
sobre todo era una persona muy inteligente, para que lo que había hecho no se
perdiese.
Y
allí estaba, frente a ambos, una máquina del tiempo, que Edwards esperaba que
funcionara, pues aún le faltaban unos detalles por concluir. El anciano
científico le mostró el funcionamiento básico del aparato y luego, le dijo que
necesitaba adiestrarlo por al menos un mes seguido para que pudiese maniobrar
la máquina adecuadamente. Fantomas pensó entonces en lo beneficioso que podría
ser para su carrera criminal y que Edwards no se imaginaba con quién estaba
hablando realmente.
Ya
de regreso en su refugio y junto a su fiel gato Yago, Fantomas pensaba en las
posibilidades que le brindaría la máquina y su primera opción era viajar a la
época de Gengis Khan, para recuperar el más grande rubí que haya existido y que
el libro “Grandes pérdidas para la Historia del Arte”, señalaba que era un
obsequio de una de las tribus que lo reconocía como su líder; pero, que terminó
perdido tras una tormenta de arena, junto al emisario y su caballo.
Durante
el mes siguiente, Goni asistió a recibir el entrenamiento dado por el Profesor
Edwards. Terminado el entrenamiento, el científico le mostró el mecanismo que
accionaba la cubierta retráctil de la casa y le indicó que la edificación
contaba con paredes de concreto reforzado para resistir la fuerza de despegue y
llegada de la máquina. Edwards tuvo un repentino dolor en su pecho, que se
calmó tras ingerir unas pastillas, tras lo cual le pidió a Goni que le diera
dos días más para concluir lo que faltaba en la máquina, que era el cronómetro.
Sin
embargo, el tiempo pasó y Fantomas no tuvo más noticias de Edwards, por lo que
fue a la casa de este como Goni y lo encontró muerto, junto a un mensaje del
científico que había alcanzado a escribir con sus últimas fuerzas, pidiendo a
su amigo que terminase el cronómetro usando un plano que le había dejado. Lo
malo es que el plano se había mojado, probablemente con el agua con la que el
anciano tomaba sus medicinas. No obstante y con mucho esfuerzo, Fantomas
terminó el cronómetro y aún con el aspecto de Goni, se lanzó directo a la
aventura de llegar a la época de Gengis Khan.
Aunque
fue descubierto y perseguido, Fantomas consiguió robar el rubí y se subió a la
máquina del tiempo para regresar a su época; pero, al llegar, sintió que algo
andaba mal y salió a toda prisa de la misma, ya en el laboratorio de Edwards.
Hubo un estallido y Fantomas se sorprendió al ver aparacer a Edwards ante él,
asegurando que revisaría lo que pasó y le pidió que regresara después.
Cuando
Goni regresó, Edwards le informó que al revisar la máquina, comprobó que Goni
había viajado al pasado; pero, que se había producido una falla en el
cronómetro, que no solamente era la responsable del estallido, sino que había
hecho que regresara al menos un mes antes del momento en que había partido.
Edwards quedó en tratar de arreglar el daño.
Fantomas
comprendió entonces que la razón de encontrar vivo a Edwards fue, obviamente,
porque terminó retrocediendo en el tiempo; pero, no solo eso, sino que la
paradoja temporal ocasionada, hizo que aparentemente el viaje nunca tuviera
lugar y, por ende, nunca llegó a tener el rubí en sus manos. Un mes después,
Edwards fallecía, sin haber podido reparar la nave.
Esta
historia fue publicada en español en formato grapa en el # 111 de la colección
Tesoro de Cuentos Clásicos de Editorial Novaro el 1 de Noviembre de 1966.
Imagen cortesía de colección privada.
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