KORAK: EL SEÑOR DE
PAL-UL-DON.
Esta
historia fue publicada originalmente en Korak Son of Tarzan # 48 USA (Octubre
de 1972) y fue realizada por Len Wein (guión) y Frank Thorne (arte).
Era
de noche y el habitual bullicio nocturno de la selva se había apagado. Los
animales habían huido ante la presencia de unos hombres con cola, algunos de
piel cobriza y otros de piel azul, que acechaban el campamento de unos
mercaderes de oro y de pronto, se abalanzaron sobre los sorprendidos
comerciantes, que poco pudieron hacer ante ellos.
Los
extraños seres aprovecharon para robar cuanto pudieron de la valiosa mercadería
y huyeron de inmediato, con excepción de una hembra, que quiso llevar lo más
posible y fue atrapada. La mujer hablaba un extraño idioma y los mercaderes no
entendían lo que decía y la amenazaban con sus armas.
La
mujer gritó y su grito fue escuchado por Korak, quien viajó entre las ramas de
los árboles hasta llegar al lugar y se interpuso entre ellos, luchando con los
mercaderes y liberándola, para luego llevársela por entre las ramas.
Ya
en lugar seguro y reconociendo que la mujer era de la raza de los Ho-Don del
valle perdido de Pal-Ul-Don, Korak le habló en su idioma y ella, que se llamaba
Lon-A-Lo, le contó que el Gran Señor de ese mítico lugar los obligaba a
conseguir oro. En eso, fueron sorprendidos por el resto de su grupo, liderado
por Po-Den, quien amenazó a Korak, pensando que era uno de los captores de la
chica.
Lon-A-Lo
les dijo que Korak la había salvado. Korak les pidió que le contaran más acerca
del Gran Señor de Pal-Ul-Don y así, Po-Den comentó que había llegado en una
enorme ave de fuego, que su mano despedía rayos y que tenía cautivos a sus
hijos, para obligarlos a obedecer.y conseguir oro para fundir una enorme efigie
en su honor. Korak se ofreció a acompañarlos y ayudarlos a resolver su
problema.
Mientras
tanto, Jad-Ben-Oto, el Gran Señor de Pal-Ul-Don, recorría sus dominios montando
en un Gryf domesticado (dinosaurio similar al triceratops) y guiado por un
Tor-O-Don, homínido cuya raza había jurado lealtad al tirano y le informaba que
los esclavos estaban empezando a rebelarse, por lo que darían grandes
problemas.
Jad-Ben-Oto
no estaba de acuerdo y se bajó de la enorme bestia, caminando hacia la
estructura donde se vertía el oro fundido en un crisol que se hallaba en el
cráter del volcán cercano. Al acercarse, un obrero Ho-Don se lanzó sobre el
tirano con un cuchillo en mano buscando matarlo; pero, este sacó una
ametralladora y lo mató de contado. A los demás Ho-Dons, no les quedó más que
vitorear al Gran Señor de Pal-Ul-Don, atemorizados por la prueba de su poder.
Korak
y el grupo de Ho-Dons continuaba su viaje hacia Pal- Ul-Don y luego de pasar el
Desierto de las Espinas, se internaron en el Mar Brumoso, donde fueron atacados
por una enorme bestia marina, que destruyó la frágil embarcación y habría
acabado con todos, de no ser por la reacción del joven de la jungla, que clavó
una lanza en uno de los ojos del animal, que huyó cegado y gritando de dolor.
Tras llegar a la orilla, siguieron su camino hacia las montañas que ocultaban
el valle.
Al
llegar, los Ho-Dons mostraron a Korak las cuevas donde los Tor-O-Dons mantenían
encerrados a las mujeres, niños y ancianos. Continuaron su camino y entraron al
cráter del volcán, por donde se podía acceder a las cuevas. Korak preguntó
porque entonces la gente no salía por el mismo cráter, Lo que ocurría es que si
bien la ceniza que había en el cráter permitía bajar deslizándose; pero, no
ofrecía una superficie firme para subir.
Todos
se alegraron al ver regresar a Po-Den y su grupo y más cuando supieron que
Korak había venido a ayudarlos. Korak gritó llamando a los guardias y estos lo
llevaron ante Jad-Ben-Oto, quien se sorprendió a conocer al hijo de Tarzán, de
quien creía era un mito. Jad-Ben-Oto dijo ser el Doctor Oliver Kent, conocido
como “El horror de Londres” por su rostro deforme, el cual cubría con una
máscara dorada. Había decidido vivir como un ermitaño lejos de la civilización,
cuando el motor de su avión falló y cayó en el valle, donde sus habitantes lo
tomaron por un dios y como tal, ahora se hacía construir su efigie.
Pero
Korak no vería la obra acabada, pues Jad-Ben-Oto dio la orden que el joven sea
traslalado a una gigantesca arena, donde Korak debió enfrentarse a un Gryf, al
que sin embargo pudo vencer dislocándole las facuces. Luego, Korak incitó al
pueblo Ho-Don a revelarse, pues Jad-Ben-Oto no era un dios, sino un hombre
común.
Los
Ho-Dons se pusieron en pie de lucha y enfrentaron a Jad-Ben-Oto y a los
Tor-O-Dons; pero, tenían las de perder ante la ametralladora del Dr. Kent.
Korak se lanzó sobre él para desarmarlo y en el forcejeo le quitó la máscara,
quedando horrorizado por el rostro deforme del tirano, quien aprovechó el
momento para intentar huir.
Jad-Ben-Oto
corrió hacia el molde de su efigie y lo hizo ceder, viéndose su rostro ya
formado; pero, como aún caía oro líquido ardiente, este se derramó sobre Kent,
matándolo de contado. Como mudo testigo, quedaba el monumento a la locura de
Kent, mientras el pueblo Ho-Don recuperaba su libertad.
Este
comic fue publicado en español en formato comic grapa por Editorial Novaro, en
el # 3 de la colección de Korak El hijo de Tarzán, el 18 de Abril de 1975.
Imagen cortesía de colección privada.
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